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Mostrando entradas de junio, 2011

El váter y la nostalgia

¿De dónde se puede sacar una buena historia que contar? No me refiero a los encargos que se reciben por parte de una productora para adaptar alguna novela u obra de teatro, sino al caso del guionista que se propone escribir una historia original suya. Por el placer de escribir algo que realmente nos interese. Las fuentes de inspiración en estas situaciones pueden ser muchas: un suceso que nos ha ocurrido personalmente, ahora o en el pasado; un sueño que nos obsesiona; algo que algún conocido nos ha contado; un secreto revelado por un amigo (bueno, esto tiene cierto peligro, sobre todo si apreciamos la amistad de esa persona); un incidente del que hemos sido testigos; un texto que hayamos leído (sin plagiar, ojo), etc. Cualquiera de estos incidentes puede funcionar como disparador de la imaginación pero, muchas veces, tienen un serio inconveniente: llegan sin avisarte y en los sitios más inesperados.   ¿Cuántas veces se nos ha ocurrido una idea brillante en el cuarto de baño? Parece

Los caminos de la emoción

Uno de los profesores que he tenido, probablemente el mejor de todos y del que más cosas aprendí, basa todas sus enseñanzas en la idea de que la única manera de escribir un buen guión de cine es hacerlo contando una historia que te salga “de las tripas” . ¿Y qué son las tripas? Pues son el sitio donde guardas los acontecimientos vividos a lo largo de tu biografía, pero no todos ellos, sino solo los más traumáticos, los que te han afectado hondamente en tus sentimientos, tanto en un sentido como en otro: no solo las cosas tristes, también las alegres. ¡El estómago, vaya sitio más curioso para guardar los recuerdos…! Según él, la propia experiencia es el material con el que se tejen los mejores sueños cinematográficos. Es la forma más auténtica, más real de llegar al espectador, puesto que si tú mismo lo has experimentado, puedes transmitir más eficazmente los sentimientos profundos de los personajes. Como los conoces de primera mano, puedes hablar cabalmente de ellos, sin recurrir a